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lunes, 9 de marzo de 2009

Tombola

Y ahí estaba de pronto, la reconocí de inmediato. Toda de negro y pitillos rojos, frente a mí, mirando donde no sé dónde. Prendí un cigarro ¿qué más iba a hacer? Fumar, eso, sólo podía fumar y matarme solo un poco mientras la miraba ahí parada sin saberme.

Era linda, linda como me la había imaginado, linda y terrible, justo como se me había presentado en sueños y la misma mirada que no te mira. Me dolió eso, me dolió que fuera linda y terrible y que fuera todo lo que yo había imaginado.¿Cómo no rendirme ante ella? ¿cómo no salir de escena? Hasta Cleopatra se habría puesto a sus pies y lamido sus dedos, Elena misma hubiese dado media vuelta ¿y quién soy yo? Exhalé la última bocanada de humo y me dejé morir... por ahora.